Pedro José Sánchez Cordón: «La salud humana y la sanidad animal son interdependientes»

Este veterinario, ligado al mundo científico y de la investigación, acaba de recibir el Premio Plaza de España por su trayectoria científica, galardón otorgado por la Delegación del Gobierno Central en Andalucía

Pedro José Sánchez Cordón acaba de recibir el Premio Plaza de España, otorgado por la Delegación del Gobierno Central en Andalucía, por su trayectoria científica. Este veterinario ha estado vinculado al mundo de la investigación desde sus inicios y actualmente trabaja en el Centro de Investigación en Sanidad Animal (CISA) del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria como responsable de la Unidad de Patología Veterinaria. Hablamos con él sobre sus proyectos.

  • Como veterinario ¿Desde cuándo está vinculado al mundo científico y de la investigación?

Prácticamente desde que acabé la Licenciatura de Veterinaria en la Universidad de Córdoba en 1998. Ya desde antes de acabar, colaboraba como alumno interno en el Departamento de Anatomía Patológica de la Facultad de Veterinaria. Fue allí donde tuve mi primer contacto con la investigación gracias a un trabajo sobre patogénesis del virus de la peste porcina clásica en cerdos que llevé a cabo para obtener el Grado de Licenciatura.

El Departamento llevaba años desarrollando líneas de investigación muy interesantes enfocadas al estudio de enfermedades víricas hemorrágicas porcinas. Había estudiantes de doctorado con muchas ganas y mucho talento. Nuestros supervisores eran los mejores en su campo a nivel mundial. Excelentes investigadores y mejores docentes, con una enorme experiencia y una paciencia infinita. Además de en investigación, podías formarte como patólogo veterinario, participar en labores de diagnóstico y en docencia. Se daban todas las circunstancias a favor y aquello me motivó a decantarme por la investigación.  

  • ¿En qué materias concretas ha desarrollado su trayectoria profesional?

La mayoría de mi trabajo ha estado enfocado al estudio de los mecanismos patogénicos y la respuesta inmune en enfermedades animales y zoonosis. El conocimiento de estos mecanismos es crítico para el desarrollo y la mejora de herramientas para controlar y erradicar dichas enfermedades, como vacunas y tratamientos.

En la primera etapa de mi carrera en España trabajé principalmente en proyectos enfocados al estudio de enfermedades animales como la peste porcina africana, la peste porcina clásica, la lengua azul o la diarrea vírica bovina.

En mi etapa en Reino Unido, tanto en el Instituto Pirbright como en la Agencia de Salud Animal y Vegetal del Ministerio de Agricultura, mi trabajo se centró en el desarrollo y evaluación de vacunas frente a dos de las mayores amenazas para la industria porcina mundial, la peste porcina clásica y africana. También participé en proyectos enfocados en el desarrollo de vacunas frente a enfermedades zoonóticas, como la tuberculosis, y otras enfermedades víricas transmitidas por mosquitos como la fiebre del Nilo occidental.

Fueron unos años muy prolíficos donde mejoré mis conocimientos en patología, y donde aprendí mucho sobre virología, inmunología y experimentación en condiciones de alta seguridad biológica. También participé en los comités de bioética que supervisaban y autorizaban los experimentos con animales.

  • Desde un tiempo a esta parte se habla mucho del movimiento One Health (Una sola salud). ¿Qué opina de este concepto?

El concepto “One Health” está muy de moda ahora, pero no es para nada nuevo. Es un concepto que resume muy bien un hecho reconocido desde hace décadas, y que desde la profesión veterinaria llevamos defendiendo como un pilar fundamental para afrontar problemas sanitarios: la salud humana y la sanidad animal son interdependientes y están vinculadas a los ecosistemas en los cuales coexisten.  

Según datos de la Organización Mundial de Sanidad Animal, el 75% de las enfermedades infecciosas que afectan a los seres humanos tienen un origen animal, y se estima que un 80% de los patógenos de potencial uso bioterrorista son zoonóticos, es decir pueden afectar a animales y humanos. De ahí la importancia de prevenir las enfermedades en humanos mediante la prevención de las enfermedades en animales, ya que la salud de las personas está directamente conectada a la de los animales y el entorno. Por tanto, se requiere de un esfuerzo coordinado entre las autoridades veterinarias y de salud humana, que debe enfocarse en mejorar las medidas de vigilancia, diagnóstico y control, así como en desarrollar y mejorar vacunas y tratamientos para personas y animales. Sólo así tendremos una verdadera visión global de los problemas sanitarios, y sólo con la puesta en común de nuestros conocimientos podremos resolverlos y prevenir futuras pandemias. 

No se puede excluir de la ecuación a los veterinarios que desempeñan su labor de prevención en campos tan variados como la sanidad animal, la inspección veterinaria o la salud de animales de compañía. Ni tampoco se puede excluir a los veterinarios de los equipos de investigación, especialmente cuando dicha investigación no presenta modelos alternativos a día de hoy y requiere el uso de animales, bien sean animales pequeños de laboratorio u otros mayores como rumiantes, cerdos o monos. Nuestra profesión tiene una larga experiencia en la erradicación de enfermedades animales y zoonóticas, por lo que no se entiende que en muchos casos los profesionales veterinarios no formen parte de los comités de expertos en temas de salud pública.  

  • Actualmente trabaja en el Centro de Investigación en Sanidad Animal (CISA) del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria como responsable de la Unidad de Patología Veterinaria. ¿Cómo se trabaja en condiciones de alta seguridad biológica?

Se trata de un centro de investigación que tiene sus particularidades y es único en nuestro país. El trabajo de los científicos está supervisado por multitud de profesionales que velan  por la seguridad y el mantenimiento de las instalaciones. Cualquier actividad que desempeñamos ha sido previamente evaluada para minimizar los riesgos: desde cómo entramos o salimos cada día de las instalaciones de alta seguridad biológica a cómo nos movemos dentro de las mismas. Dependiendo del laboratorio o del patógeno con el que se trabaje hay que seguir unas normas y unos protocolos de actuación que incluyen el uso de equipos de protección personal específicos. Todo  está muy supervisado y muy controlado para evitar accidentes que puedan poner en riesgo a los trabajadores, o que pudieran suponer un riesgo para la ciudadanía, la cabaña animal o el medio ambiente.

Al principio hay que acostumbrarse un poco a tantas medidas de seguridad, ya que hay que recibir un entrenamiento específico y trabajar bajo la supervisión de personal con experiencia. Con el tiempo se interiorizan las rutinas y es como trabajar en cualquier otro centro de investigación. Aunque nunca se puede bajar la guardia y por eso regularmente se revisan los protocolos.

  • ¿En qué proyectos está trabajando actualmente?

Desde que volví a España en 2020 y me incorporé al CISA, además de continuar con las líneas de trabajo que desarrollaba en Reino Unido, he tenido la oportunidad de colaborar y abrir otras líneas. Actualmente estoy trabajando en colaboración con distintos grupos del CISA en proyectos enfocados al desarrollo de vacunas para el control de la lengua azul, la peste porcina africana, la fiebre del Nilo occidental y la fiebre del valle del Rift. Debido al cambio climático, las enfermedades transmitidas por vectores (mosquitos, garrapatas, etc) pueden suponer un problema grave a corto o medio plazo. De hecho, ya se han producido muertes en nuestro país causadas por el virus de la fiebre del Nilo occidental. Estas enfermedades se expanden sin control, por lo que es importante trabajar en ellas para prevenir futuros problemas.

Además, colaboro con distintos grupos del CSIC que trabajan en el desarrollo de vacunas y tratamientos frente a SARS-CoV-2. Desde el principio de la pandemia, estos grupos has desarrollado sus trabajos en las instalaciones de alta seguridad biológica del CISA. Desde la Unidad de Patología Veterinaria les ofrecimos nuestra colaboración, la cual ha sido muy fluida y fructífera y nos ha permitido afianzar una importante línea de investigación. Considero que la aportación de los veterinarios a los grupos de investigación multidisciplinares constituidos por biólogos, químicos, médicos o farmacéuticos entre otros es muy importante, además de necesaria.

Existen fuentes de financiación, pero a veces la gestión de dichos fondos se hace difícil debido a las trabas burocráticas. Hay que mejorar aspectos en este sentido que permitan un funcionamiento más ágil de los grupos de investigación. También hay que apostar por estabilizar a nuestros científicos y por atraer talento. La falta de estabilidad afecta negativamente a la calidad de la ciencia que se desarrolla. En nuestro país no se valora lo suficiente la experiencia que puedan aportar científicos venidos de otros países. Sin incentivos laborales y sin la garantía de una carrera estable no se puede atraer talento. En muchas ocasiones se les ve además como competidores, y no como una oportunidad para mejorar la calidad científica de nuestros grupos de investigación. Ese miedo sólo denota mediocridad, y todo ello afecta muy negativamente a nuestra capacidad de competir e innovar como país, en un mercado ya de por sí competitivo a nivel internacional. 

  • Acaba de recibir el Premio Plaza de España por su trayectoria científica, galardón otorgado por la Delegación del Gobierno Central en Andalucía. ¿Cómo valora este reconocimiento?

Para mí fue una sorpresa. No me esperaba ni este ni ningún otro reconocimiento. Yo sólo soy un veterinario con pasión por la ciencia y por mi profesión, e intento aportar mi granito de arena allá donde voy. Desde que volví a España, y debido a las circunstancias actuales, me he visto involucrado en líneas de investigación que no esperaba, como las que desarrollan vacunas frente al virus SARS-Cov-2. Creo que eso le ha dado mayor visibilidad a mi trabajo.

El premio me lo tomo como un reconocimiento a todos aquellos que durante más de 20 años de carrera han colaborado (y colaboran) conmigo. También quiero verlo como un reconocimiento a la profesión veterinaria. Nuestra labor, especialmente en ciencia, no es muy visible, por lo que espero que esto sirva para que se reconozca nuestra valía y nuestro trabajo. La profesión veterinaria se creó para proteger y mejorar la vida de las personas mediante la protección de la salud animal. Constituimos la primera barrera sanitaria y nuestro trabajo es crítico en la salud pública. Con esa motivación afronto mi trabajo cada día, motivación que creo que comparten la inmensa mayoría de mis compañeros de profesión.