El cerdo Ibérico tiene unos caracteres raciales que le hacen distinto morfológicamente a cualquier otro ejemplar de la especie porcina y le identifican como tal, a pesar de la diversidad existente entre individuos y variedades. Esta agrupación racial tiene su origen en la subespecie mediterránea del jabalí (sus scrofa mediterraneus) y se extiende por las zonas centro, sur y oeste de la península.
En general, hablamos de un animal de tamaño medio, de piel siempre pigmentada, con variaciones que van desde el negro intenso hasta el rubio o retinto, de pelo débil, más bien escaso (variedades entrepeladas) o ausente (variedades lampiñas). En los buenos ejemplares, la espalda, dorso, grupa y jamones deben ser de musculatura manifiesta. Sus extremidades son finas, resistentes y con pezuñas de coloración oscura y uniforme, salvo algunas excepciones de variedades específicas. Una definición más completa y revisada del prototipo racial es la establecida en el nuevo Reglamento del Libro Genealógico (BOE del 22 de noviembre de 2007, Orden APA/3376/2007).
El jamón y la paleta de cerdo ibérico tienen reconocidas las siguientes Denominaciones de Origen: Guijuelo, Dehesa de Extremadura, Jamón de Huelva y Los Pedroches. La comercialización de sus producciones en España están amparadas bajo el Real Decreto 1469/2007, de 2 de noviembre, por el que se aprueba la Norma de Calidad para la carne, el jamón, la paleta y la caña de lomo ibéricos.
El Catálogo Oficial de Razas de Ganado incluye a la raza porcina Ibérico en el Grupo de Razas Autóctonas de Fomento.