Recibe su nombre de las dos razas que la originaron, la Española y el Árabe. El proceso de formación de la raza se desarrolla fundamentalmente en Andalucía, iniciándose en los tiempos de la invasión musulmana de la Península Ibérica, mediante el cruce de las dos razas que han dado lugar su nombre. El objetivo era conseguir un animal que aunara las características de ambas razas. Del caballo Árabe: su equilibrio, resistencia y cualidades atléticas, y del Español: su sobriedad, inteligencia y capacidad de aprendizaje; buscando un caballo versátil, muy preparado para el trabajo, tanto con esfuerzos cortos y precisos, como en aquellos que le exigen resistencia.
El Catálogo Oficial de Razas de Ganado de España incluye a la raza equina Hispano-Árabe en el listado de razas autóctonas amenazadas.