El largo camino para ser un semental

Sólo un 2% de los terneros superan las exigentes pruebas para convertirse en sementales en el centro de testaje de Posada.
La Asociación Española de Criadores de Ganado Vacuno de la Raza Asturiana de los Valles (ASEAVA) -cuya sede está radicada en Llanera- es, de toda España, la que más socios tiene. Son un total de 4.000, establecidos en trece comunidades autónomas. También es la que más animales tiene inscritos en su libro genealógico: 60.000 madres reproductoras, según publica Manuel Noval Moro en La Nueva España.

El colectivo vela, a través del trabajo en su centro de testaje de Llanera, por la mejora genética de la raza, que pasa por «que los terneros tengan la mayor cantidad de carne en el menor tiempo posible y que las madres tengan una mayor producción de leche», según expresa el responsable del centro, Gerardo Noval.
Sus controles de calidad de las reses son muy estrictos. Y la lucha de los terneros de la raza por convertirse en uno de los grandes sementales que proporcionará su genética al centro de testaje para la inseminación artificial es ardua y exigente. Para convertirse en uno de ellos -cada año se dan tan solo tres o cuatro animales- hay que pasar muchas pruebas en las que la mayoría quedan descartados.

Como explica Gerardo Noval, de las 60.000 madres registradas por la asociación, se seleccionan las 3.000 que estén mejor dotadas genéticamente. Las vacas que se eligen son aquellas con mejor aptitud maternal, es decir, que proporcionen el mejor peso a las crías en el momento del destete.

Entre todos los terneros que nacen de esas madres se escogen los 180 mejores, que se vuelven a someter nuevamente a pruebas de calidad.

El cincuenta por ciento de estos no pasa la siguiente prueba de selección, y va directo al matadero. Del resto, aproximadamente el 48 por ciento sí pasa la prueba. Estos elegidos se consideran ya animales aptos y muy buenos. Pero la condición de excepcional solo la adquiere el 2 por ciento restante.
¿Y qué características hay que tener para ser excepcional? Los animales llegan al centro de testaje con todas las pruebas sanitarias y libres de enfermedades, y comienzan a alimentarse con las mismas cantidades y el mismo tipo de pienso.

Tienen que transcurrir tres meses de adaptación para compensar las condiciones del hábitat de cada uno. Debido a las condiciones en que se han criado, los animales de alta montaña en pastos comunales llegan con menos peso; los de la zona de pastos permanentes, con peso intermedio, y los de estabulaciones que apenas pastan, con el peso más alto. Se considera que pasados tres meses están adaptados ya a las condiciones del centro, y su crecimiento será equivalente.

La primera criba descarta a quienes no hayan crecido una media de 1,4 kilogramos al día. Posteriormente, llega la calificación morfológica. Los que no llegan a ochenta puntos, van también al matadero.

Después, hay una prueba de calidad seminal, y los que no pasan del 30 por ciento de espermatozoides viables, también son sacrificados. Asimismo, quienes tienen más de 30 centímetros de perímetro testicular se consideran los más aptos, porque está demostrado que ellos concebirán terneras que serán en el futuro madres más aptas.

Hecha la selección, el 48 por ciento que se reserva a la monta natural se destina sobre todo a las ganaderías con más reses, y los elegidos para la inseminación artificial dejarán varios miles de dosis de semen con los que se preñará a reses en toda España y también en Sudamérica. Tanto para ejemplares de la raza asturiana como para cruces industriales con otras razas.

Es un largo camino el de los elegidos, que tiene como recompensa dejar descendencia por miles a lo largo y ancho del mundo.

Fuente: La Nueva España

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