Guía definitiva para conservar el queso

Los consumidores albergan dudas sobre cómo guardar correctamente este alimento para que no se estropee ni pierda cualidades

Como entrante, en ensalada o postres. Con vinos, cavas y otros espumosos, cerveza, vermú, té… o agua.  Con salmón, miel, mermelada, verduras crudas o frutos secos. El queso es uno de esos maravillosos alimentos que maridan con un amplio abanico de alimentos y bebidas. Pero más allá del placer de disfrutar de la gran variedad y versatilidad de los quesos de origen nacional, ¿sabemos como tratarlos y conservarlos adecuadamente? ¿Cómo guardarlos para que no pierdan su carácter y bondades nutricionales? Lo cierto es que muchos consumidores albergan ciertas dudas, que los expertos de InLac están dispuestos a clarificiar. Tal y como explican desde InLac, los quesos deben estar bien refrigerados para evitar que se resequen y pierdan sus cualidades.

En general, las porciones y cuñas deben conservarse en su envase original o en papel parafinado (papel encerado, papel manteca…). Pero, si se trata de formatos grandes de pasta dura y corteza seca se pueden frotar con aceite de oliva o manteca.

Una de las dudas más frecuentes de los consumidores es cómo librarse de ese molesto moho que puede aparecer en el queso si lleva mucho tiempo guardado. Pues no hay nada mejor que raspar con algún utensilio metálico la superficie para lograr desprender esa capa y evitar que el oxígeno entre en el interior. Son solo algunos consejos de InLac en el marco de la campaña de información “Quesea”, para divulgar un patrimonio nacional único.

Y es que el queso es mucho más que un alimento: contiene proteínas de alto valor biológico, es rico en calcio,  vitaminas A y D y también contiene vitaminas del grupo B, como la B12, la B9 (ácido fólico), la B1 (tiamina) o la B2 (riboflavina). ¡Una porción de 100 gramos  de queso equivale al requerimiento diario de calcio de una persona adulta! Este mineral ayuda a formar y mantener los dientes y los huesos sanos, pero también es esencial para el funcionamiento del sistema nervioso y muscular. Además, ayuda a que la sangre circule a través de los vasos sanguíneos y a liberar hormonas y enzimas que influyen en casi todas las funciones del organismo. Diversos estudios científicos publicados han demostrado que la ingesta de queso no afecta a la salud cardiaca como erróneamente se creía hace años, e incluso reduce las enfermedades asociadas.

Por todo ello, el queso es un alimento rico, saludable y que es imprescindible que sepamos conservarlo correctamente para disfrutar de todas sus propiedades organolépticas y bondades nutricionales.

CLAVES PARA UNA CORRECTA CONSERVACIÓN

El queso es un producto natural y vivo que necesita ciertos cuidados para mejorar su conservación. En general, todos deben estar protegidos y conservados en el frigorífico a una temperatura inferior a 10 º C para evitar que se resequen y pierda sabor. Os dejamos algunos consejos más, a tener en cuenta:

FORMATOS GRANDES

Para los formatos grandes de pasta dura y corteza seca se puede frotar con aceite de oliva o manteca

PORCIONES Y CUÑAS

Para porciones y cuñas, hay que proteger el queso bien en su envase original o en papel parafinado (papel encerado, papel manteca…)

PARA EVITAR EL MOHO

Para evitar que el moho penetre en el queso, pasar un cuchillo por superficie como si untásemos mantequilla. Así taponamos la entrada de oxígeno al interior.

CONSEJO SALUDABLE: TOMAR TRES LÁCTEOS LA DÍA, DE MEDIA

Tal y como subrayan desde el Comité Científico de InLac, el consumo de queso es deseable y siempre será aceptable para computar las 3 raciones de lácteos que debemos tomar por día, de media, según marcan las principales guías de alimentación y también la Fundación Española de la Nutrición, pues existe un amplio consenso entre la comunidad médica y científica, que apunta la necesidad de consumir 3 lácteos al día en todas las edades, desde la niñez hasta la tercera edad. Así, lo recomendado es ingerir entre 2 y 3 raciones si hablamos de niños y adultos y entre 3 y 4 en el caso de embarazadas, mujeres lactantes, adolescentes, deportistas o personas de edad avanzada.